Después de las dos semanas de
estudio y de exámenes he vuelto a los espacios de este blog, antes de irme de
ejercicios espirituales dejo con ustedes mi oración del día de hoy:
Hoy comenzaba dándole muchas
gracias a Dios por todo lo vivido en este curso escolar, por todas las personas
que he conocido últimamente, por todas con las que he compartido más de cerca. También
le daba gracias por mis compañeros de clases y por mis hermanos con los que
vivo.
Después de esto tomaba y leía la
lectura de hoy, me agrada este pasaje porque Jesús está cerrando su enseñanza
del sermón de la montaña, él ya ha dado un montón de instrucciones y la gente
está admirada de lo que dice, pero termina diciéndoles: No todo aquel que me diga “Señor, Señor” entrará en el reino de los
cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. En
resumen la cuestión no es sólo de Palabras y de admiración hay que comportarse
como Dios quiere, hay que hacer su voluntad; esto es una cosa que sabemos y que
repetimos porque la fe y la vida cristiana no son de la boca para afuera, es
una cuestión de vida, de nuestra propia existencia.
Me gusta que el hacer la
voluntad de Dios no es cumplir con una serie de normas, no es amoldarse a un
comportamiento establecido, como muchas veces pensamos, es sobretodo escuchar,
poner atención a lo que Dios me quiere decir a mí, a través de su Palabra, a
través de las personas que también van intentando seguirle. Por esto es muy
importante vivir la fe en comunidad, participar en la liturgia y hacer oración
personal; aquí es donde Dios nos puede hablar, donde él puede crear un espacio
para dirigirse hacia nosotros y que podamos escuchar su voz y hacer su
voluntad.
Hasta este discurso Jesús ha
dicho muchas cosas sobre esa voluntad que Dios tiene sobre nosotros, nos
invitaba a dejarnos llevar por sus criterios y no por los nuestros, a no
devolver mal por mal, a no alojar en nuestros corazones malos sentimientos, a
no desear el mal para el otro, a preocuparnos por los más necesitados, a vernos
como unos constructores de paz y de justicia.
Por esto es importante vivir
nuestro camino de fe, como un camino de búsqueda, un camino de disponibilidad
también para dejarnos encontrar por el querer de Dios, por sus Palabras. Que
busquemos cómo Dios quiere que ayudemos a los demás y cómo él quiere que
estemos más cerca de él. Esto creo que es poner el cimiento de nuestra vida
sobre la roca, poner el cimiento en el amor, amor a Dios y amor a nuestros hermanos
(evidentemente este amor pasa primero por amor a uno mismo).
Saber que en nuestra vida la
última palabra para tomar decisiones la tiene Dios también es construir sobre
roca, no dejarnos llevar por la situación económica o social externa, por la
opinión de los demás, por mis criterios egoístas, dejarnos llevar por su Palabra
para tomar las decisiones, atrevernos a preguntarle qué quiere él que hagamos
en tal o cual situación es el primer paso para hacer su voluntad, para
descubrirla y empezar a tener una vida cimentada en el amor, una vida que ante
las dificultades no tiene nada que temer porque hay un amor que le sostiene.
Pedid por mí porque me voy a un
mes para escuchar su voz, su Palabra, para vivir un poco más como él quiere. Yo
pediré por vosotros para que cada día estéis más cerca del Señor.