Hoy en el evangelio se le
presentan a Jesús unos saduceos para discutir con él y rebatir las enseñanzas
que él estaba dando. Este episodio me gusta porque ellos se presentan con
argumentos para convencer a Jesús lo equivocado que estaba, le presentan una lógica
que para ellos es la más razonable.
Esta actitud de los saduceos
muchas veces es la que repetimos nosotros, es la que repetimos cuando nos
acercamos a Dios y a los otros creyendo que nosotros somos los que tenemos la
razón, cuando no creemos que sea verdad lo que se nos predica en la iglesia
porque no cuadra con nuestra lógica o porque pensamos que está bien si creo en
Dios a mi manera y no me atrevo a profundizar en la fe y en las costumbres que
nos han enseñado; repito esta actitud cuando me acerco a los otros y pienso que
soy yo el que tengo la razón, que mis criterios son los mejores o que el otro
no tiene nada que enseñarme en tal o cual punto de la vida o del conocimiento. Personalmente
creo que en la vida, en el amor y en la fe siempre somos aprendices.
Para poder crecer en la fe tengo
que querer caminar, moverme, dejar mis convicciones antiguas y atreverme a
tener unas nuevas, es la misma actitud que Jesús pide a Nicodemo, tienes que
estar dispuesto a nacer de nuevo, a que Dios te cambie tus convicciones, a que
te de nuevos criterios para ver la realidad.
Por esto tú, Jesús, le presentas
a los saduceos otra lógica, les presentas una forma nueva de interpretar las
escrituras, les enseñas un Dios de la vida, que desea que los seres humanos vivamos
con él, que es mucho más que nuestra realidad terrena, que quiere enseñarnos un
amor que vaya más allá de nuestros vínculos sanguíneos, afectivos o jurídicos. Quieres
que descubramos el verdadero tesoro de la fe, el verdadero tesoro de la gracia
de Dios que nos hace amar más allá de nuestros límites.
Hoy también Pablo invita a
Timoteo, en la primera lectura, a que no se avergüence del evangelio, del
mensaje que tiene que dar y que reavive el carisma y la misión que le ha sido
confiada. Esta es la misma invitación
que nos hace Dios en este día: no te avergüences
de tu fe, no tengas reparo de creer en mí, sigue a tu corazón y profundiza más
en tu fe; no creas sólo por tradicionalismo atrévete a ir más allá, cree con tu
mente y con el corazón también.
Cuando dice que reavive el
carisma es que ponga más empeño en vivir mejor lo que Dios le pide, en no
vivirlo automáticamente o sólo por cumplir. Aquí yo siento una llamada para
todos nosotros, a poder profundizar en nuestra fe, en los ritos que celebramos
que no sean mecánicos, en las cosas que creemos que no sea porque las repetimos
y no tienen contenido ni experiencia personal. La verdadera fe debe estar llena
de experiencias, de razones personales y razones lógicas por las cuales creer y
por las cuales vivir.
Pidámosle al Señor que él mismo
sea nuestro maestro y que nos de la diligencia para buscar formar nuestra mente
y nos dé el ánimo para buscar cada día una experiencia de cercanía y encuentro
con él.
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