Empezamos
una nueva semana, aquí en Madrid es una semana un poco rara porque no se
trabaja de lunes a miércoles así que da para que muchos estén fuera y otros
para que se aburran en su casa. Qué bueno que Dios no tiene descanso y quiere
seguir alimentándonos con su Palabra y yo no tengo escusa para no compartir mi
oración.
Los evangelios
de estos días hablan del pastor, del buen pastor que cuida y da la vida por las
ovejas; ayer decía algo muy especial: yo
soy el Buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen a mí. El Señor
conoce a cada uno de manera íntima como nadie más, él sabe las angustias, los
miedos, los deseos, los vacíos y las insatisfacciones que hay en nuestros
corazones; nos conoce incluso mejor que nosotros mismos tal como decía San
Agustín eres más íntimo a mí que yo mismo.
Allí en el núcleo de mi persona estás tú hablándome y buscándome con tu voz.
No
buscas algo para ti, buscas que tus ovejas estén bien, que estén alimentadas,
las llevas a pastos verdes; para nosotros buscas que seamos felices, que
podamos enfrentar las dificultades contigo, que nuestro corazón y nuestro
espíritu estén bien alimentados, que estén firmes. Por eso eres capaz de dar la
vida si tus ovejas corren peligro, tú les hablas a las ovejas, las llamas, no
las maltratas.
Muchos
pensamos que Dios nos trata con una vara, que para enseñarnos nos manda
situaciones duras, Dios es Bueno como el Pastor, éste no llama al lobo sino que
defiende a las ovejas, las cuida y las acompaña cuando se aproxima la fiera.
Dios no llama al mal nos defiende de él, nos acompaña a enfrentarlo, nos
fortalece para que no caigamos ante él, nos guía con su voz, pero eso sí no lo
elimina, lo vence.
Nos
invita a luchar contra el mal con su voz pero ¿cómo reconocerla?, su voz
resuena en nuestro corazón y la podemos reconocer cuando nos invita a amar a
los demás, cuando nos invita a salir de nosotros mismos, cuando nos abre la
puerta y nos dice que salgamos del egoísmo, del rencor, del odio, no tengamos
miedo sigámosle y caminemos con generosidad.
También
nos dice que no sigamos las voces de los extraños de aquellos que están
asalariados, que desean obtener un beneficio de las ovejas que quieren usar su
lana, su piel, su leche, les importa el dinero que saquen de ese trabajo. Esas
personas que valoran tu vida por la efectividad, por el beneficio que puedas aportar,
te ven como ganado, que no te valores de la misma manera; Dios no te ama porque
seas bueno para algo te ama porque eres su hijo o su hija, te ama porque te ha
creado y quiere que seas feliz, te ama porque eres suyo y quiere llegar hasta
el final con tu vida y dar su vida por ti y por todos su hijos.