Hoy
celebramos la solemnidad de la anunciación, cuando el ángel anunció a María que
iba a tener a Jesús y no sólo eso sino que allí mismo fue concebido Jesús.
Cuando la Virgen dijo sí, la Palabra de Dios se encarnó en ella.
Mientras
iba en el metro esta mañana, dirigiéndome a la oficina de extranjería para
hacer mis papeles de residencia en España, miraba a la gente que entraba y
salía, que se sentaba en frente todo el mundo a trabajar, a estudiar y a hacer
sus tareas cotidianas, parecía algo tan normal todo aquello, sin importancia,
unos leyendo las noticias, en el periódico o en el móvil, otros jugando con su
teléfono. Pensé Dios hoy se hizo parte de esta humanidad, asumió nuestra
cotidianidad, nuestras limitaciones, el tener una vida aparentemente sin importancia
y eso fue lo que me gustó, saber que Jesús al estar en el seno de María, ya
estaba destinado a tener una vida cotidiana muy rural, oculta pero a la vez
extraordinaria, porque estaba haciendo algo muy grande amándonos a todos
nosotros, dando su vida para enseñarnos a vivir, para enseñarnos a amar y para
romper el muro del mal que nos separa de Dios. Justamente en esto está lo
extraordinario de nuestras vidas cotidianas, esto también me impresionaba al ir
en el metro, nuestras vidas
aparentemente sin importancia tienen un valor muy grande, tan grande que Dios
mismo ha querido tener una vida humana, tan grande que Dios ha asumido
todas nuestras luchas, nuestras rutinas, nuestras limitaciones.
Las
lecturas también nos hablan de la grandeza de María por decir que sí, por hacer
la voluntad de Dios, por querer ser la madre de Jesús; así la virgen nos
muestra la actitud con la que vivió Jesús toda su vida, lo que dice el salmo: aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esto es la unión fundamental entre la madre y el hijo, antes de la carne y de
la sangre está la voluntad de Dios; es una fe muy grande que a nosotros (o por
lo menos a mí) me parece lejano, extraño como impersonal; hacer siempre lo que
alguien de fuera me manda eso es muy alienante, perjudicial para mi
personalidad. Sin embargo al ver la historia de María y de Jesús puedo entender
que ellos no hicieron algo que estaba fuera de ellos, Jesús nunca se separó de
la unión con Dios, pues él mismo era Dios, el querer del Padre era su querer porque
se aman; María vino a la vida con un plan de Dios para ella, el sentido de su
vida, la misión de su vida ya estaba en los planes de Dios. Pero sin embargo
Dios le da a elegir puedes decir que sí a los planes que le dan sentido a tu
vida, a los planes para los cuales has venido al mundo o puedes hacer otra cosa
que quieras.
María eligió la mejor parte y esto lo hizo
porque conocía a Dios, porque sabía que Él es bueno y que obedeciéndole le
esperaba la mayor felicidad, a pesar de las dificultades. Creo que esto es muy importante para nosotros
los planes que Dios tiene para nosotros vienen de una persona que es buena y
que nos ama y que sabe cuál es la realización máxima de mi vida, que haciendo
su voluntad es que se pueden conseguir estos imposibles, como le ha dicho el
ángel a María.
Pidamos
hoy a la Virgen que nos enseñe a confiar, a creer que Dios es bueno, que nos
ama y que nos ayude a decir que sí a los planes que él tiene con nuestra vida;
estos planes de seguro que se parecerán al plan que Dios tuvo con la Virgen:
que se pueda encarnar la Palabra de Dios en nuestra vida, que se haga real, que
vivamos con Jesús como un hermano, amigo y compañero. Ellos nos enseñarán a
vivir caminando al ritmo de la voz de Dios.
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