Lineas para la Oración

PASOS PARA ORAR

1. LUGAR. Primero busca un lugar adecuado en silencio
2. ESCUCHA. Pide ayuda al Espíritu Santo poder escuchar. Lee el texto detenidamente, pregúntate ¿Qué dice el texto?
3. ASIMILA. Pregúntate ¿Qué quiere decir Dios en su Palabra hoy? actualizar su palabra, confrontar lo que creemos con sus valores
4. ORACIÓN. ¿Qué me parece ese mensaje qué le diría yo a Dios? exprésale tus sentimientos, dar gracias.
5. CONTEMPLACIÓN Y PRÁCTICA. Serenidad ante lo que Dios te dice, nos ayuda a ver la realidad de una manera distinta,
¿Cómo practicarías este mensaje? y atrévete a compartirlo a otros.

lunes, 9 de abril de 2012

ÉL ACTÚA SEGÚN SU PALABRA


Hoy me encuentro dando gracias por lo vivido en la semana santa, estos días han sido de servir, orar, compartir, recibir y trasmitir esperanza. El resumen de estos días santos ha sido para mí la esperanza, la posibilidad de que el amor puede cambiar hasta lo más imposible. Cuando hay alguien que se compadece de nosotros, cuando alguien nos ama con todas las consecuencias es posible que demos los pasos que consideramos imposibles, es allí cuando nuestra vida cobra sentido y cuando la felicidad no parece una realidad tan lejana; por eso es necesario abrirnos a ese amor entregado, recibir ese primer paso para nosotros poder dar ese salto de amor por otros.
He revivido la realidad de que el mal no tiene la última palabra, que alivio saber que aquella dificultades que oprimen nuestras vidas en este momento son pasajeras, que los sufrimientos personales, el rencor, la rabia, los padecimientos sociales, los dictadores, los sistemas injustos, las crisis económicas todo eso no es eterno, ni siquiera la muerte. Es que Jesús ha resucitado y ha vencido todos los males con este acto. Esto parece muchas veces un refugio, como una fantasía inventada por las religiones para aliviar psicológicamente el sufrimiento interior del hombre.
Hoy en el evangelio se nos presentan dos posturas ante la resurrección de Jesús, estas posturas siguen estando hasta hoy. La primera que menciona es la de las mujeres que creyeron en el anuncio de la resurrección y estaban muy alegres por esto; estaban llenas de gozo porque si Jesús había resucitado significaba que: él tenía razón en todo lo que había dicho, realmente era el Mesías esperado, que él era el Hijo de Dios, en resumen que su Palabra era cierta. Esta misma alegría y gozo nos inunda cuando descubrimos que la Palabra de Dios en nuestra vida es real, que Dios no nos ha defraudado, aunque los caminos que esperábamos fueran diferentes. El creer en la Palabra de Dios les llevó a estas mujeres a un encuentro personal con Jesús, se les apareció y les dijo qué tenían que hacer. A nosotros, cuando creemos en su Palabra, cuando pedimos creer en ella, cuando imploramos tener fe, se nos aparece también el Señor, aparece claramente su voz en nuestro corazón, en nuestra mente, somos capaces de verlo en las circunstancias, en el hermano.
La segunda postura ante la resurrección es la de los soldados, ellos presenciaron los hechos del sepulcro vacío y quizás los chicos vestidos de blanco (ángeles) que anunciaban la resurrección pero ellos no creyeron, tomaron el camino pragmático, sacaron beneficio del dinero y callaron; los judíos hicieron explicaciones racionalizadas, esto fue un invento, es imposible que un hombre resucite; esto no les causo alegría ni un encuentro personal con Jesús, y aún siguen esperando aquel que traiga la esperanza y la paz a su pueblo.
Debemos recordar que Dios es el Dios de los imposibles, hace que su Palabra se cumpla, es el Dios de la vida, aquel que desea que vivamos cimentados en su Palabra, en su amor, en la fe de que Él cuida de nosotros y que es real lo que nos dice. Pidámosle vivir con un corazón abierto a la fe, a la esperanza, abierto a la resurrección, esto es lo que hizo surgir a la Iglesia, lo vemos en la primera lectura. Esto es lo que abre al hombre a una esperanza radical, a esperar incluso después de la muerte, si Cristo no resucitó entonces no se puede creer en él, si no existe la vida eterna entonces somos un ser absurdo porque no queremos morir y sin embargo morimos, tal como pensaba ese filósofo ateo francés Jean Paul Satre que el hombre es un ser absurdo. Por eso pidamos al Señor no vivir en el vacío y en lo absurdo de un hombre sin fe, pidamos vivir confiando, en su Palabra en su resurrección, en su amor

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