Hoy Jesús
se presenta en medio de la comunidad, aquellos que estaban juntos compartiendo
la emoción porque a algunos se les había aparecido por el camino, otros le
habían visto en el sepulcro. Pero todos estaban asustados, con miedo y por eso
Jesús se presenta a confirmarles la realidad de la resurrección, les da la paz,
les trasmite una experiencia comunitaria de gozo.
El
hecho de la resurrección les superaba, esto de que un hombre muera y vuelva a
la vida es muy difícil de creer, incluso para ellos que le habían visto en vida
hacer tantas cosas. Por esto Jesús les muestra sus marcas, les dice que no es
un fantasma, que confíen en su Palabra. Esto tiene mucha actualidad porque
siempre podremos dejar abierta la duda a Dios, a no creer en su Palabra ni en su
resurrección, incluso viéndole aparecer ante nosotros podemos luego pensar que fue
una ilusión, que estamos mal de la cabeza, por eso lo único que nos garantiza entrar en la paz y en el gozo de la
resurrección es abrirnos a la fe, a querer encontrarnos con él, tener la
confianza de que el Señor nos dice la verdad en su Palabra. Después de esto
allí se nos da la experiencia de encuentro personal con el Señor.
Quizá
alguno de nosotros pudimos ir a algún evento de Pascua, como una convivencia, un
retiro, unas misiones, alguna misa o simplemente vimos las procesiones y
eventos por la tele. En cualquiera de estas actividades podemos confirmar la
fuerza que sigue teniendo Dios porque empuja a mucha gente a organizar estos
eventos, impulsa a muchos a entregarse a su servicio, vemos personas que sufren
lo de todos pero aún así siguen sirviendo a Dios. Yo pienso que estas son las
marcas que Jesús muestra a sus discípulos, las marcas actuales y nos dice ahora
en el lugar de los discípulos: mira a la
gente que continúa entregándose por mí, mira cómo se desgastan sus manos y sus
pies, mira cómo siguen creyendo en mí. Y esto nos certifica que Jesús no es
una idea, porque es una persona que sigue viva entre nosotros, que tiene fuerza
para dar alegría y gozo a muchos de los que hemos visto en esta semana santa.
Muchas
de estas personas las vemos en la gloria, en la felicidad no superficial, sino
en una felicidad que les produce el entregarse por otros, el amar a los demás;
creo que esta es la resurrección que en comunidad podemos ver en nuestras vidas
y que hoy Jesús, desde dentro del corazón, nos llama a ser parte de ella.
Hoy el
Señor nos dice: Te invito a ser parte de
mi familia, de esta comunidad, de esta Iglesia, te invito a que seas mi
testigo, si hoy puedes escuchar mi voz y recibir mi amor, te invito a que te
atrevas a invitar a otros, te invito a que tú puedas ser mis manos y mis pies
marcados por la entrega dolorosa pero feliz y generosa.
Pidamos
hoy al Señor que su resurrección, que su presencia en nosotros sea nuestra
alegría y nuestro gozo, el único gozo que nos conduce a la vida, a la felicidad
verdadera; el único gozo que se puede trasmitir a otros, la felicidad de
encontrarse un Dios vivo que siempre está con nosotros.
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