Lineas para la Oración

PASOS PARA ORAR

1. LUGAR. Primero busca un lugar adecuado en silencio
2. ESCUCHA. Pide ayuda al Espíritu Santo poder escuchar. Lee el texto detenidamente, pregúntate ¿Qué dice el texto?
3. ASIMILA. Pregúntate ¿Qué quiere decir Dios en su Palabra hoy? actualizar su palabra, confrontar lo que creemos con sus valores
4. ORACIÓN. ¿Qué me parece ese mensaje qué le diría yo a Dios? exprésale tus sentimientos, dar gracias.
5. CONTEMPLACIÓN Y PRÁCTICA. Serenidad ante lo que Dios te dice, nos ayuda a ver la realidad de una manera distinta,
¿Cómo practicarías este mensaje? y atrévete a compartirlo a otros.

miércoles, 18 de abril de 2012

TÚ ERES LUZ



Seguimos en el evangelio hablando con Nicodemo y con el debate de la vida espiritual. Me gusta lo que Jesús le dice a este hombre porque le cuenta lo que Dios ha sido capaz de hacer para que cada uno de nosotros tengamos acceso a esta vida en el espíritu, a esta vida divina o como dice Jesús a esta vida eterna; además todo lo que ha hecho Dios ha sido por amor: Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Todo esto para que nuestro corazón y nuestro espíritu estén cerca de Dios y por consecuencia nuestra vida material también esté cerca de él, a través de nuestros actos, de nuestras decisiones, sentimientos, etc.

Sin embargo nuestra vida muchas veces está lejos de Dios, pero él no se acerca a condenarnos o a decirnos lo lejos que estamos, no nos dice lo mal que tratamos a los otros, no nos echa en cara la injusticia que hay en el mundo,  las guerras que existen, los países muy pobres, las preferencias políticas y económicas por encima de las personas. Como dice el texto: Dios no mandó a su Hijo para condenar al mundo, sino para salvarlo; esto es signo de que Dios sigue apostando por nuestra vida, en un mundo donde hay tinieblas, donde el amor y la verdad están opacadas Jesús es esa luz que brilla e ilumina el panorama, ilumina nuestra vida para que nosotros seamos luz en medio de esta oscuridad. Una luz que me trasmite en cada momento de oración, cada vez que leo su palabra, que me dirijo hacia él, cada vez que cuido su presencia en mi corazón.

Necesitamos mucha fuerza para poder ser un signo de esperanza, de amor, de claridad en medio de la maldad en que vivimos, a lo mejor pensamos que no estamos en una situación tan desastrosa y precaria pero la luz de Dios se extiende desde mi corazón al exterior, cuando Él disipa mis quejas, mis insatisfacciones, mis rencores, allí ya somos transformadores de la realidad.  Por eso pidamos no rechazarla, no rechazar su luz, su palabra, su voluntad; rechazar su Palabra muchas veces se traduce en desconfiar de su fuerza, en creer que el mal tiene más fuerza, en negociar con la mentira y la maldad, en no creer en el poder de su resurrección.

Vivir creyendo en Él es vivir en la verdad, es decir vivir coherentemente en mi trabajo, es no contribuir con la injusticia, con la corrupción aunque me sienta muy amenazado, la fuerza de Dios es ésta, la fuerza del amor que nos hace vivir haciendo su voluntad por encima de las amenazas, ésta es la luz que necesita el mundo, porque la crisis que experimentamos ahora tiene sus raíces en la crisis moral, en la corrupción, en los abusos; no es una cuestión sólo de inversionistas e inmobiliarias, de leyes y de planes de seguridad.

Pidamos al Señor tener la valentía de los apóstoles en la primera lectura porque aunque los metieron presos por anunciar el Evangelio, ellos siguieron predicando cuando el ángel les dio esta orden, no hicieron caso a los miedos ni a las represarías, hicieron caso a la voz de Dios. Por eso Señor regálanos la fuerza de la resurrección, la fuerza de tú Espíritu para ser luz en medio de las tinieblas; para que, a través de nuestras vidas, muchos puedan creer en ti, que eres un Dios de amor, de vida y de verdad.      

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