Hoy
recomenzamos las clases en el teológico, seguimos en nuestro camino de
formación intelectual para ser misioneros en cualquier parte del mundo, y pedía
al Señor esta mañana que pudiera ser misionero de sus Palabras, de su voz y no de la mía; le pedía que pudiera
recibir en cada momento de oración su amor y su voz, su presencia resucitada en
mi corazón. Le daba gracias por el Espíritu Santo que nos hace entender su
Palabra y escuchar la voz de Dios en nuestro corazón, eso es lo que ayer
invitaba Jesús a Nicodemo, le invitaba a ser un discípulo de la Palabra, del
Espíritu Santo.
Le
pedía al Señor poder abrir mi corazón a la guía del Espíritu Santo, atreverme a
hacer las preguntas: ¿Qué quieres, Señor,
hoy de mí? ¿Cómo quieres, Señor, que haga hoy las cosas? Pedía que hoy no
me buscara a mí, que no buscara mis propios consuelos y satisfacciones, le
pedía buscarlo a Él.
Hoy Jesús
continúa hablando con Nicodemo y explicándole la dinámica espiritual de la
vida, parece que este hombre no tiene mucha idea de lo que está hablando el
maestro porque no le entiende: Y tú el
maestro de Israel ¿No lo entiendes?... Si no creéis cuando os hablo de la
tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo?; pero esto también nos
pasa a muchos de nosotros nos es extraño o nos cuesta eso de escuchar a Dios en
el corazón, de dejarnos guiar por el Espíritu Santo, ¿cómo sabe uno cuando Dios
quiere algo? Y más aún ¿qué quiere?, a mí personalmente me ha pasado lo que
dice Jesús a Nicodemo: así tiene que ser
elevado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna, esto
significa que tuvo que haber pasado por la cruz y la resurrección para que
nosotros podamos creer; y es verdad después de la Pascua he experimentado una
gracia especial que me ha reforzado la fe, que me ha hecho querer más esta
relación personal con Dios; pero es algo que puede llegar a todos, porque ya
con Jesús resucitado, al pedir su mismo Espíritu, poco a poco nos va iluminando
el corazón, repito sólo si lo pedimos. Por eso cada día pidámosle que venga a
nuestro corazón, que podamos entender su Palabra.
La
búsqueda espiritual no es un aislamiento a los problemas del mundo, como muchos
lo piensan, no es una especie de intimismo con Dios para huir de todo y sentir
bonito, se trata de conectar con el corazón y los deseos de Dios, para llegar a
tener un corazón y unos deseos similares a los suyos, llegar ser alguien que se
compadece de la vida de los hermanos, que ama al otro. Tal como dice Juan en
sus cartas El que no ama a su hermano a quien
ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Es una consecuencia lógica de una
persona que tiene una vida espiritual, tener una vida de paz, de compasión, de
caridad, de reconciliación; por esto la espiritualidad que se propone no es
inútil, es lo que hace falta a nuestro mundo tan lleno de odios, divisiones,
conflictos, opresiones e injusticias, tanto es así que han llegado hasta dentro
de la misma religión.
Pidamos
hoy al Señor poder experimentar su amor, poder abrirnos al Espíritu Santo. Que
tu Palabra Señor fortalezca mi fe, que fortalezca mi amor hacia mis hermanos,
que aumente mi esperanza ante las situaciones difíciles que enfrento, que pueda
caminar con la confianza de que tú eres mi Padre y que cuidas de mí.
Que
como los primeros discípulos, de la primera lectura de hoy, podamos dar un testimonio
de comunidad, de unidad, de amor, porque lo que más une a los creyentes no es
la cultura, las ideas políticas similares, los talentos personales, lo que une
es el Señor, la experiencia que cada uno tenga de él en el corazón, el amor que
cada uno reciba de él y la fe que crezca en el interior de cada uno.
¡Ayúdanos
Señor a buscarte en comunidad!
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