Hoy Jesús tiene un episodio con
los discípulos de estos preparativos para la pasión, son situaciones donde hay
tensión y los discípulos no saben cómo reaccionar, una respuesta típica que
tenemos los hombres cuando el sufrimiento se aproxima hacemos que no va a pasar
nada.
Ellos desvían el tema y sacan
otra vez las pretensiones que tienen de un Mesías guerrero que someta al poder
invasor a la fuerza; ellos te habían visto, Señor, obrar milagros, sabían que
tenías poder, pues ese mismo poder esperan que lo uses en contra de los malos
para oprimirlos y eliminarlos.
Sin embargo, Jesús, les enseñas
algo súper importante que no son unos tiranos, que no pueden pagar con la misma
moneda de opresión y abuso…el que quiera
ser grande que sea vuestro servidor y el que quiera ser el primero que sea
esclavo de todos. Qué duro golpe para la ambición, tú enseñas la primacía
del servicio, del amor, la grandeza de la humildad, de la sencillez. Es que tú
mismo vienes a dar la vida por nosotros ¿Cómo hemos de pretender un camino
diferente?
Nos pasa, Señor, que nos
queremos quitar las dificultades, sacudir los problemas, aplastar aquellos que
nos hacen sufrir, apartar de en medio a los que se oponen a nosotros. Tú nos
invitas a amar y a servir en esta situación, nos invitas a cambiar de conducta
radicalmente. Nos invitas a mirar a los otros, las situaciones, desde tus ojos,
desde la mirada de Dios. ¡Qué difícil es esto de ser cristiano, Jesús! Pero me
anima que tú lo des todo, lo has dado todo para rescatarme del orgullo, del
egoísmo, del querer devolver mal por mal; tal como lo dice la primera lectura: habéis sido rescatados… con una sangre preciosa,
como la del cordero sin tacha y sin mancha, Cristo.
Además, como sigue diciendo la
primera lectura, con tu Palabra vas purificando nuestros corazones para que seamos
capaces de amar a nuestros hermanos limpiamente, para que seamos capaces de
llegar a estas pruebas de amor, en donde no agredamos sino que seamos unos
instrumentos de tu paz.
Amaos los unos a los otros, con un corazón puro, pues habéis sido
reengendrados de un germen no corruptible, sino incorruptible, por medio de la
Palabra de Dios viva y permanente.
Ayúdanos Señor a mantener una
amistad contigo, a no dejarte ni alejarnos por otras cosas de ti, para que
puedas seguir trabajando en nuestro corazón, para que puedas seguir haciendo de
nosotros unas personas que puedan amar realmente, que puedan imitarte en el
amor tal como tú lo quieres.
Espíritu Santo ayúdanos a seguir
tu voz, enséñanos a conducir nuestras vidas con Jesús.
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