En este mes celebramos el día de
las madres, ayer los celebramos aquí en España y el próximo domingo será en Suramérica
(no sé si en toda), este mes recordamos no sólo a las madres sino también a la
virgen la madre de Jesús. Recordamos a la mujer que fue capaz de decir que sí a
Dios en todo momento, en los buenos y en los malos, en la tranquilidad y en la
dificultad, en lo cotidiano y en lo extraordinario. María nos enseña a vivir de
Dios en cualquier situación, pero ¿cuál fue su secreto?, ¿por qué era capaz de
tener su esperanza puesta en Dios en situaciones tan difíciles?
Su secreto nos lo dice Jesús en
el evangelio de hoy: El que me ama
guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en
él. El secreto de María fue guardar la Palabra de Dios en su corazón, esto
no significa sólo recordar lo que dice Dios, guardar para un israelita es vivir
la Palabra, creerla, compartirla y hacerla norma de vida.
María tú guardaste a Dios dentro
de tu vida, no sólo porque tuviste a Jesús en tu seno sino porque después supiste
caminar con Dios en el corazón, descubriendo su voz en medio de lo que ibas
viviendo, poniendo su Palabra en el centro de tu vida, allí está el secreto de
tu felicidad, por eso te llaman feliz todas las generaciones. Amaste a Dios
siendo fiel a lo que entendiste de él, invertiste tu vida en amarle.
María se dejó guiar por el
Espíritu Santo, acompañó a los apóstoles para que lo recibieran, ella nos puede
acompañar en este camino de preparación para el pentecostés, en este camino de
recibir esta fuerza, este amor que inunde nuestro corazón. María puede enseñarnos
a dejarnos guiar por Dios en las situaciones más cotidianas para vivirlas con
sentido, para sacar de lo ordinario algo extraordinario, para emprender nuestro
camino interior para que seamos una casa de Dios como ella, como nos dice Jesús,
estaremos habitados por Dios.
Es muy importante vivir con
sentido mi vida cotidiana porque sino la mediocridad se apodera de nosotros y
buscamos el gozo y la alegría en lo superfluo, en lo externo, cuando el gozo y
la alegría verdadera vienen de dentro. Vienen de poder vivir en compañía,
compañía de un Dios que me hace abrir las puertas a los demás, que me guía hacia
la comunión, hacia el amor a los que tengo alrededor.
María es madre porque nos enseña
la verdadera comunión con Dios, cómo podemos dejarnos acompañar por él y descubrirle
presente en el ajetreo cotidiano, pidámosle eso; Madre enséñanos a vivir con
Dios, a guardar su Palabra en nuestro corazón, a cuidar su presencia en nuestra
vida, a leer su amor en las circunstancias y en las personas con las que me
encuentro.
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