Hoy una
vez más Jesús nos habla de permanecer en el amor de él y de su Padre; el amor
de ellos es el que nos garantiza nuestra felicidad, es la base sobre la cual podemos
construir nuestra vida. Esto puede parecernos utópico o muy espiritualizado y
sí es muy espiritual y se necesita de mucha fe para creer que esto es posible
pero hoy el Señor nos anima…
Nos
dice hoy en la lectura No sois vosotros
los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que
vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. Es decir no es con mis fuerzas,
no es a base de esfuerzo personal porque no es una empresa mía, no es sólo un proyecto
humano esto de amar y ser feliz, es un proyecto de Dios, es el destino que nos
invita a vivir… Amarle a él y a nuestros
hermanos tal como amó Jesús.
Entonces
puedo caminar confiado porque él mismo me ayudará, él mismo se compromete a que
salga bien mi vida y no se malogre; lo que debemos hacer cada uno es colaborarle,
abrirnos a su amor para que nos transforme, para que empape nuestro corazón y
pueda brotar la semilla de amor, de solidaridad, de paz, de acogida, de
fraternidad que hay en nuestro corazón… pero
sin su amor es imposible llegar a amar y ser feliz, es imposible aspirar a un
mundo mejor.
Él
mismo nos lo dice: De modo que lo que
pidáis a mi Padre en mi nombre os lo dé. Esto significa que Jesús nos
garantiza una fuente de energía, de esperanza, de motivación para poder vivir y
hacer las cosas que él me pide, hacer las cosas como debo para llegar a ser
feliz. No significa que Dios está dispuesto a darnos lo que sea que le pidamos,
eso lo sabemos, significa que nos dará
las fuerzas y el apoyo necesario para que lleguemos a hacer algo: AMAR.
El
compromiso de Dios es para que lleguemos a ser felices y sólo lo somos si amamos,
por eso él hace todo lo posible por desterrar el orgullo y el egoísmo de mi
corazón que son los primeros enemigos del amor verdadero. Hace lo que sea para que nos demos cuenta que
no estamos solos porque él está a nuestro lado siempre, hace lo que sea para
que descubramos que la vía para dejarnos amar por él es abandonarnos en sus
manos.
Pidámosle
a María en este mes de la Virgen que nos enseñe a amar a Dios, que nos enseñe a
reconocer todos los dones y regalos que él nos da y nos ha dado, que nos enseñe
a darnos cuenta del gran amor que Dios nos tiene; creo que es el primer paso
para dejarnos amar y comenzar a vivir con Dios: reconocer que él nos ha amado mucho, reconocer cuantas cosas ha hecho
por nuestra vida, para que amemos.
Después
de estar agradecidos con Dios será cuando podremos empezar a amarle, cuando queramos
empezar a dejarnos llevar por su amor, porque sabremos que él en realidad es
bueno; tal como lo hizo María.
No hay comentarios:
Publicar un comentario