En el
evangelio del día de hoy Jesús se encuentra orando por sus discípulos al Padre,
son todos estos discursos de despedida antes de la pasión y resurrección.
Me
llama la atención por las cosas que Jesús pide para sus discípulos, primero pide que los guarde para que sean
uno como él y el Padre son uno. Esto me gusta porque si lo aplicamos a
nosotros también Jesús ora por nosotros, por cada uno de los cristianos y esto
es muy bonito porque Jesús desea que estemos protegidos por Dios, protegidos
del mal. Esto ¿qué significa? Pues yo creo que significa que no nos dejemos
llevar por el mal, que no nos dejemos arrastrar por los criterios egoístas,
económicos o hedonistas que rigen este mundo; que podamos vivir en unión con Dios
con los criterios de amor, de generosidad, de ayuda a los otros; lo mejor es
que Jesús no exige esto a los discípulos, él lo pide al Padre, por tanto nos
enseña qué hacer ante nuestra debilidad para dejar de ser egoístas, hedonistas,
sectarios… Debemos pedir al Padre el don
de su amor, de su unidad.
Tú Jesús le pides al Padre que nos
guarde del mal, pero también le dices: Conságralos
en la verdad; tu Palabra es verdad… Esta es otra petición que me llama la
atención pides que todos seamos consagrados y podemos pensar que esto sólo pides
esto para los curas y las monjas sin embargo hablas de manera general, pides por todos los cristianos y hablas de una consagración a la verdad de la
Palabra, una consagración del corazón.
La Palabra es el centro de
nuestra religión de nuestra fe, no las Palabras en sí mismas sino la vida que
trasmiten y que cuentan, a través de la Palabra Dios se dirige a nuestros
corazones y nos da a entender lo que desea de cada uno, a través de la Palabra
él nos guía a la verdad completa… Es la Palabra de Dios Padre, es Jesús que nos
la enseña y la vive, y es el Espíritu Santo que nos la hace comprender y nos
guía a la verdad desde el interior de nuestro corazón.
Es por
ello que en la Palabra Dios actúa en nosotros y nos invita a poder ser parte de
esta misión, a entregarle nuestro corazón en esta misión de guiar a los hombres
a conocerle en su Palabra, a poder dialogar con él, tener una relación cercana
con Dios.
Colaborarle
a Dios en esto podemos hacerlo cualquiera que lo ame y crea en él, pero la
primera tarea que tenemos es dejarnos conducir por su Palabra, entregarle
primero nuestro corazón, que lo más sagrado de nosotros mismos no se lo entreguemos
a cualquier cosa, a cualquier afición, a cualquier realidad, que lo reservemos
para Dios, para su Palabra es esto lo que significa la consagración, y una vez
más es el Padre quien nos consagra los corazones, quien hace que vayamos hacia
él y no hacia las otras cosas, a veces, más atractivas pero más vacías.
Unámonos
a Jesús hoy entonces en su oración por nosotros y por aquellos que tenemos cerca,
por aquellos que amamos y por aquellos que no tanto, pidamos por todos los
cristianos, de todas las confesiones, para que aprendamos a entregar nuestro corazón
a Dios, a la verdad, a la Palabra que
recibimos de él. Pidamos para que sepamos refugiarnos en el Padre tal como lo
hacía Jesús y en cualquier situación saber que él es bueno y que quiere nuestro
bien que no nos dejará abandonados.
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