Hoy el
Señor nos regala la paz, como dice en el evangelio de hoy, la paz del corazón,
algo tan necesario en medio de un mundo tan confuso e inestable. La paz
interior es un bien que no se consigue fácilmente y que cuesta conservarlo, y
es que lo de afuera nos afecta excesivamente por dentro. Aquí es España la
intranquilidad y el nerviosismo están a la orden del día porque no sabemos qué
va a pasar con la economía, los despidos, los trabajos, las empresas, cada vez
más gente se queda sin trabajo y nadie puede dar por seguro su empleo, se
pierden las seguridades económicas a las que se estaban acostumbrados y por eso
la gente está muy intranquila.
En
Venezuela y en otros países la inseguridad es más radical, porque llega a
niveles de inseguridad física, la gente no sabe si por un delincuente va a
morir en la calle, por eso se vive con miedo, también hay mucha incertidumbre
social no se sabe qué va a pasar ahora en la política y se ha aprendido con
duros golpes que la política afecta toda la vida.
Bueno
en medio de estos panoramas tan desastrosos, quizá no menos que el de los
discípulos después de la muerte de Jesús porque ellos también temían por sus
vidas. En medio de esto Jesús se presenta y nos dice la paz os dejo, mi paz os
doy. No como la del mundo que consiste en asegurar el crecimiento económico o
el cese del fuego armado, el tener un futuro asegurado, estas cosas son buenas
pero Dios nos quiere dar una paz más profunda.
La paz
de Dios consiste en que estemos con él y que confiemos en él, la paz de Jesús
consiste en que él ha cumplido su trabajo, ha vencido al mal y aunque haya un
escenario muy precario y oscuro no nos podrá vencer, no nos podrá aplastar.
Señor
ayúdanos a recibir tu paz, a que tu amor y tu seguridad inunden nuestro
corazón, que podamos enfrentar el reto de vivir, de afrontar con paz este mundo
tan cambiante e inseguro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario